domingo, 15 de junio de 2008

CLIMAS FRIOS

CLIMA DE TUNDRA
La tundra (del vocablo sami kildin "тӯндар" [tūndra], "páramo elevado", en su genitivo "тӯндра") es un terreno abierto y llano, de clima subglacial y subsuelo helado, falta de vegetación arbórea; suelo cubierto de musgos y líquenes, y pantanoso en muchos sitios. Se extiende principalmente por el hemisferio norte: en Siberia, Alaska, norte de Canadá, sur de Groenlandia y la costa ártica de Europa. En el hemisferio sur se manifiesta con temperaturas mucho más parejas durante el año y en lugares como el extremo sur de Chile y Argentina, islas subantárticas como Georgia del Sur y Kerguelen, y en pequeñas zonas del norte de la Antártida cercanas al nivel del mar.
También existe la tundra por efecto de altura, como en el Tíbet y en diversos niveles de las montañas alrededor del mundo como en Bolivia.
CLIMA POLAR
El clima polar está caracterizado por tener casi permanentemente temperaturas por debajo de 0ºC. Las precipitaciones son muy escasas. La humedad relativa en el aire es muy baja y el viento suele ser bastante intenso, lo que hace aún más hostiles las condiciones de vida en este clima. El clima polar se da principalmente en los dos polos, alcanzando unas condiciones más severas en la Antártida, puesto que al tratarse de un continente, las temperaturas son más frías que las del Polo Norte, llegando a alcanzar los -70ºC, los -80ºC o los -89,5ºC (récord en la superficie de La Tierra). El clima de las zonas más altas de las principales cordilleras del planeta se asemejan mucho al polar, pudiéndose dar en las cumbres del Himalaya, de los Andes o de las montañas de Alaska.
CLIMA DE MONTAÑA
El clima de montaña (también llamado de alta montaña o alpino) es propio de zonas situadas a más de 1.200 metros de altitud. En España es propio de los Pirineos, Sistema Central y las Cordilleras Béticas. Se caracteriza por unos inviernos fríos y largos, con temperaturas negativas, y veranos frescos y cortos. Tiene una oscilación térmica de 10,5ºC. Las precipitaciones son muy abundantes en forma de agua en primavera y verano; y de nieve, en invierno y con posibilidad en otoño y primavera. Es una variante de la tundra, aunque más suave. Las montañas tienden a tener condiciones climáticas diferentes del clima zonal donde se encuentran, debido a un descenso de la temperatura con la altura. El gradiente térmico negativo de 0,5-1 ºC cada 100 m supone un aumento de la humedad relativa del aire y la presencia de lluvias orográficas abundantes en la vertiente de barlovento; y menores en la vertiente de sotavento. La orientación con respecto a los vientos dominantes y el sol es de transcendencia vital (ver efecto foehn). También reciben una mayor insolación y un régimen de vientos específico, creando un topoclima diferenciado. Sin embargo, los centros de acción, las masas de aire y los frentes que le afectan son los mismos que en el clima zonal.

Cliserie presente en la Cordillera Cantábrica.
El efecto que estas diferencias de temperatura y humedad tiene en la distribución altitudinal de la vegetación es trascendental. En la cliserie se suelen diferenciar cuatro pisos: basal, montano, subalpino y alpino, situados a diferentes alturas y con diferentes espesores según y la vegetación las distintas montañas y orientaciones. En realidad la cliserie es la sustitución de una comunidad de plantas por otra debido a un cambio en las condiciones del clima. Se puede producir en un mismo lugar a lo largo del tiempo, o por los cambios que introduce en el clima la altitud de una montaña. Antiguamente se decía climaserie.
El clima de montaña tiene una especial importancia en Europa. Aunque no tiene montañas muy altas, sí son montañas muy humanizadas y de gran importancia económica y ecológica. En una montaña mediterránea, por ejemplo, podemos encontrar en la cliserie: bosque mediterráneo, en el piso basal; robledal, en el piso montano; bosque de frondosas en el piso subalpino; y coníferas y pradera alpina en el piso alpino. Este hecho hizo creer a muchos geógrafos y naturalistas que el clima observable en altura, en una montaña cualquiera, era reflejo local de la variedad climática latitudinal. Sin embargo, esto no es cierto. Hay que tener en cuenta que los procesos morfogenéticos de unos pisos interfieren en los otros, sobre todo en los inferiores, pudiendo borrar las huellas de esta gradación. Lo que sí parece observarse es que el descenso de temperatura y el aumento de la humedad con la altura, provoca una cliserie en la que están representadas progresivamente las especies menos termófilas y con mayores exigencias de agua que permite la biocenosis zonal en la que se encuentra enclavada la montaña. Pero también las especies adaptadas a los peores suelos, ya que la pendiente genera fenómenos de migración de los coloides, empobreciendo los suelos en altura.
Las montañas que se encuentran en climas de transición, o entre dos biocenosis, presentan en su cliserie especies de ambas biocenosis, y generalmente se reparten los suelos orientados a solana y umbría. Es el caso típico de muchas montañas mediterráneas. También es cierto que las variaciones climáticas del pasado conllevaron una distribución de la biocenosis diferente, y han podido quedar, de manera residual, en los lugares montañosos más favorables, enclaves de una biocenosis en otra. Estos enclaves se mantienen de forma precaria alimentándose a sí mismos, y una ligera degradación del entorno puede hacerlos desaparecer sin posibilidad de recuperación.

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